Había que salir a cobrar la pensión. Esa rutina la levantaba y le animaba a seguir, a lavarse la cara y salir al mundo que la carcomía.
Era casi imposible manejar, tuvo un presentimiento, de pronto entre la niebla todo se tornó sórdido, el tiempo pareció detenerse, una gran luz la deslumbró, ahora todo era paz, una funesta paz absoluta.
Sión