Sé que cuando me marche nada me llevaré, aún no me hago a la idea, así que he hecho una maleta simbólica para ese último instante. Planeo empacar en ella las fotografías mentales de los momentos más bellos, el aroma de las comidas de las mujeres de mi vida. Las texturas con las que mi piel y mis labios sintieron tocar la eternidad, el sabor inigualable del amor y finalmente para completar las avenidas del alma el sublime e inolvidable sonido de los primeros cantos de mis hijas.
Sión