Brenda Vilchis / 22 enero 24
Difícilmente voy por la vida prestando atención a los detalles, mi pensamiento va por otro lado, en las mil cosas que debo hacer, haciendo más planes, añorando otras cosas… ahora el plan es seguir escribiendo y para ser sincera no sé cómo empezar, solo que al decir la palabra “flores”, múltiples recuerdos llegan a mi mente y con ellos emociones que han movido mis esquemas. Pero las primeras que llegan a mi mente, son esas que recibí en el funeral de mi padre, esas que en ese momento imaginé especiales, porque esas flores estaban ahí por mí, aunque cumplieran otra función, ahora pienso que si esas flores hubieran llegado antes, tal vez habrían sido más útiles, pues habrían, tal vez, alegrado un rato la vida de él, que según mi manera de verla, la suya era triste violenta y solitaria; fueron tantas que me parece ridículo haberlas recibido pues ninguna, alivió ni su dolor, ni el mío. Ninguna de ellas pudo hacer que tuviéramos un encuentro bonito en toda su vida junto a la mía, en fin esas flores como todas tuvieron el mismo final que él y que tendré yo, la muerte.
Al seguir escribiendo, voy recordando aquellas que un 23 de noviembre en mi época de secundaria, recibí al llegar, de cada uno de mis compañeros, fue tan bonito sentirme importante, querida, especial… transcurrió la mañana y al salir al descanso cantaron las mañanitas con una torta de jamón y una fanta y fue ahí que supe el porqué de las flores, que fui acomodando en cada orificio que tenía mi mochila de alambre, que simulaba una jaula y que en ese tiempo estaban de moda; no dejo de valorar ese detalle de mis amigos que aún frecuento, sin embargo recibir flores sin motivo había sido hermoso, pero a pesar del tiempo, no puedo olvidar el final de esas flores, al regresar al salón había una alfombra de pétalos desechos, mis compañeras, que no me dirigían la palabra también me habían dado mi regalo.
Otras flores con final inevitable.
Han sido muchas flores las que he recibido y todas tienen el mismo final y todas traen a mi, pensamiento que mueven sentimientos de tal manera que me hacen creer que nadie me ha querido como yo quisiera, que si el amor se demuestra con flores, han sido insuficientes por lo poco que duran,
Además de que, quien más flores me regaló, nunca lo hizo porque a mí me gustaran, sino porque tenía que demostrar a los demás que me regalaba muchas y que mostraban, según las costumbres el amor, por el color rojo; sí rosas rojas, Aunque yo siempre le decía que de manera especial, las Rosas Rojas no me gustaban y él en su idea llegó al extremo de regalarme, no sé cuántas, en un aniversario pero que eran, una por día y debo decir que por lo menos ya eran cuatro o cinco aniversarios, así que mi casa se invadió de rosas rojas que no cuide y que a los tres días Adiós, final esperado.
Pero también debo decir que hay alguien, en lugar de flores llegó con una planta y que aunque me sienta triste cada caen sus flores, me llena de emoción esperar las nuevas.