¡Ay, si te contará cómo es que en mi memoria tengo las estampas de aquellos sabores ,aromas y condimentos!
Ven, más o menos tengo 5 años, te invito una telera acompañada de chiles en vinagre , es un poco picante pero deliciosa.
Han pasado algunos meses. ¿Sabes algo que también siempre he amado? Ese aroma tan particular del caldo de habas ,con tropiezos mexicanos: jitomate, cebolla ,chile serrano y cilantro. Lo recuerdo perfectamente: Entrar a la casa y asomarme a la olla para ver hervir ese realce de sabores mientras mi madre afuera lavaba la ropa.
El pollo en guajillo es inolvidable en mi paladar. Imagínate, Mamá lo cocino en una cazuela de aluminio teñida de rojo con gotas de flores amarillas. Lo más exquisito fue limpiar con una tortilla los restos de esa salsa divinamente condimentada con ajo, cebolla y comino.
Ni que decir de esas mojarras fritas , marmoleadas con ajo y sal ,acompañadas de fresca lechuga y salsa verde cocida adornada de cebolla y cilantro amablemente picados que hacían relucir nuestra prosperidad.
Papá ha regresado del trabajo esta mañana, se ve muy elegante con su pantalón de vestir negro y su fajilla de gala a juego con su hermosa camisa blanca de manga larga. Trae muchas monedas. También unos panecillos rellenos de ensalada rusa , nunca los había probado, me he comido tres mientras vengo de aquí para allá en el pasillo de la vecindad asintiendo en lo mucho que me han gustado ¡Quiero más!
Hay tantas comidas y sabores a lo largo de mi vida , que no terminaría nunca de contarte. Otro especial de mi abuela materna que atesoro celosamente porque ella ya no está. La magia de su sazón danzaba entre las paredes de su cocina de madera para abandonarse en esa enorme cazuela de barro humeante, donde la carne de puerco y los guajes dorados ya se ahogaban en la salsa verde picosa con orégano mientras abuelita echaba sus tortillas en el comal, mientras sentada a su lado bebía té de limón , admirando su guiso , con la sola esperanza de poderlo probar.