Sé que estás enojada por todo lo que te ha pasado o lo que crees que debía haber sucedido y no fue.
Sé que sientes que la vida no ha sido justa contigo.
Sé que crees que ser “brutalmente honesta” es una de tus cualidades.
Sé que eres “fuerte y ruda” y que no te dejas de “ningún baboso”, porque a ti nadie te hace daño.
Sé que te duele amar y crees que no hay persona que realmente quiera amar a una mujer “cabrona” como tú.
Sé que estás sola. Y aún cuando digas que así estas mejor más veces de las que te gusta reconocer te dan ganas de llorar porque nadie quiere estar contigo.
Se que dices que estás bien, pero no es así.
No eres la única. Muchas hemos estado ahí. Hoy te escribo esta carta porque deseo que te des la oportunidad de sanar. Deja de culpar a los demás por lo que tienes o lo que careces y pasa a pensar en qué has hecho tú por y para ti.
Te quiero ver en paz. Quisiera que te des la oportunidad de dejar de criticar y creer que tu lo sabes todo y tienes los mejores puntos de vista y pases a ser empática y respetuosa de los sentimientos y emociones de las demás.
Es un paso difícil. Lleva tiempo y es doloroso como limpiar una herida infectada que ha invadido todo tu cuerpo desde hace muchos años, tantos que no sabes en realidad dónde empezó.
Mereces sonreírte.
Mereces vivir para ti.
Mereces una vida sin violencia y eso incluye la que tu ejerces.
Mereces que te quieran los demás y te acepten con todas tus virtudes y defectos. Lo harán, cuando tu lengua de fuego y tu piel de cactus dejen de lastimar.
Sobre todo, reconoce tus errores. Perdónate. Cada día decide ver lo bueno, por pequeño que sea.
Te prometo que no te vas a arrepentir. Vivir en paz es lo mejor que te puede pasar.
A mi me llevó años y mucha ayuda psiquiátrica y psicológica, pero es la mejor inversión que he hecho en mi vida.
Quiero verte de este lado porque lo mereces. Sanar todas esas heridas, vivir desde la gratitud y la positividad no garantiza la felicidad, pero si la paz, te lo aseguro.