Ayer fue nuestra reunión de Huellas de tinta. El tema propuesto fue el de nuestros vicios.
Yo disfruté escribiendo apasionadamente de los logros en mi juego y de que si, tengo un problema con los videojuegos, pero no sentí más que alegría de compartir con ellas ese hobbie.
Fue hasta que hablaron todas que caí en cuenta de que si tengo un problema. A diferencia de una de ellas (que tuvo a bien hablar del significado de la palabra vicio) cuyo vicio es viajar yo no necesito salir de mi casa, por el contrario, puedo pasar días encerrada. Según yo, eso estaba bien porque es inofensivo y más barato que su vicio, pensé. Mi esposo siempre sabe dónde estoy, eso también es bueno concluí.
Cuando otra hermana de tinta habló de sus vicios, sentí que era dura con ella porque en realidad son gustos, que no le hacen daño, pensé. Pero cuando habló la última todo se me derrumbó.
Ella, al igual que yo, puede pasar 10 horas frente a una pantalla sin problema. Con pausas para lo básico, pero no importa nada, más que estar ahí. Incluso dijo que no importaba lo que veía, el fin era evadir la realidad.
Yo, sintiéndome un poco aludida, le dije apresuradamente que no era evadir, era disfrutar de avanzar y lograr cosas, completar tareas, misiones y de la nada dije “porque en mi vida real no completo nada”. Fue ahí cuando comprendí que pasar más de 30 horas a la semana frente a la pantalla no era tan inofensivo.
Ella dijo “Es miedo, como si fuera a pasar algo malo el día que concluya algo”. Me dejó fría.
¿Qué me evita a mi avanzar y lograr las cosas en la vida real?
Si estoy tan acostumbrada al fracaso, a empezar de cero, a tener siempre retos nuevos o situaciones que me hacen tener mejor armas y armaduras para enfrentar cada cosa que llega, incluso cuando son varias a la vez -como si se activara el control de masas de mi juego-, por qué, sin darme cuenta, decido cambiar de camino. Aún cuando he ganado una o varias batallas de ese path.
Es como si cambiara de juego una y otra vez, sin ver los créditos de ninguno. Cosa que no sucede en la pantalla.
¿Será que no he encontrado el juego -o el motivo en mi vida- que si me enganche?
¿Podría ser que soy adicta a empezar? ¿o será que soy adicta a perder? sic
Quisiera que, como en los juegos, mis proyectos en la vida me generaran tanta pasión que no sienta el cansancio y que seguir avanzando sea un viaje tan emocionante que no importe que tenga que retroceder y hacer unos niveles más antes de llegar con el enemigo/prueba de ese escenario o momento. Que adquirir habilidades y nuevas armas me sea tan interesante como para dedicarle horas al trabajo de escritorio (son las horas que no “juegas” sino que dedicas solo a leer las reglas, los atributos de las armas y diseñar a tu personaje).
Todo valdría la pena porque sé que lo voy a lograr, no importa lo que me tarde, estaré lista para el enemigo final que destruiré con mi ataque arrollador potenciado por el daño crítico que he acumulado durante todo el viaje. Si tan solo me tuviera tanta dedicación como a mis personajes.
Si pudiera tener la certeza de logro que tengo en juego en mi vida real. Sería maravilloso.
Si la tenacidad, paciencia, disciplina y tiempo que le doy a mi personaje me lo diera a mi, en mi vida real ¿podría lograr mi objetivo? ¿cuál es mi objetivo? ¿podría yo en realidad hacer un plan de ruta?
He jugado videojuegos desde los ocho años. He terminado muchos juegos. He dedicado miles, de verdad, miles de horas a jugar. ¿Qué habría pasado conmigo de la vida real si me hubiera dedicado esas horas a mejorarme a mí?
No lo sé. Me he sentido triste desde anoche. Pero gracias a esa sesión me di cuenta de que no quiero seguir con mi vicio, quiero traer todo eso a mi vida real. No sé cómo hacerlo, pero bueno, al menos ahora intentaré no cambiar de camino.