Mi mente es un continuo huracán de emociones, sentimientos y pensamientos que giran vertiginosamente sobre los que pareciera no tener control, pues rápidamente logran formar un gran nudo en mi garganta, que se siente como cuando te aguantas las ganas de llorar.
Quizá ahí está la clave, en que ya no quiero aguantar más o en qué ya he aguantado demasiado, pues una vez que el nudo se ha formado, con pensamientos positivos o distractores, ejercicios de respiración entre otros he logrado que en momentos haya un pequeño bojo de huracán y parezca como si eso se calmara pero no. Solo se trata siempre de una falsa alarma; porque cuando llega es para quedarse, uno, dos o hasta tres días, en los que el dolor es asfixiante.
Todo comenzó después de un intento de violación que tuve y el proceso penal tedioso que a la procuraduría le es necesario hacerte pasar, interrogatorios, dibujos, análisis y más.
Inicialmente pensé que se trataba de un problema en la garganta, más análisis y visitas al médico lo descartaron.
Posteriormente pensé que se trataba de un problema de reflujo volví a procesos de rutina con médicos gastroenterólogos, internistas, etc que después de varios tratamientos e incluso procedimientos agresivos y casi nula mejoría llegaban siempre a un mismo diagnóstico: ansiedad.
Cada que eso pasaba yo solo creía que estaban equivocados y así cambiaba cada vez de médico.
Después de que me dió COVID fui a parar a una clínica de desintoxicación a causa de hígado graso y fue uno de mis peores episodios, casi no dormía y el nudo no se iba.
Unos días después acepté mi diagnóstico y retoméla terapia psicológica y medicación.
Han sido años duros y el nudo no se va, no sé si algún día se irá.
Cuando lo tengo seguido pienso que es mejor morirme.
Cuando me comparo con quienes están con peores enfermedades me reprocho esos pensamientos .
Cuando recuerdo que no hay “pastillas mágicas” para quitar la ansiedad me siento como en un callejón sin salida.
Me aventaja el dormir mejor, hacer ejercicio tres veces por semana, voy a nadar y en ese momento para el mudo.
Trato en la medida de lo posible no estresar mi mente imponiéndome tareas que pudieran sobrecargarme como antes lo hacía.
Mi carácter ha cambiado mucho, los compromisos que antes me ahorcaban los he llevado a escrutinio, para discernir lo importante de lo urgente.
He cerrado varios ciclos sacando varias personas o cosas de mi vida.
Mi boca ha pronunciado más “no” que de costumbre, me he puesto como prioridad y en muchas pero en muchas ocasiones me he permitido hacer lo que quiero aunque eso no les guste a los demás.