Hay tantas cosas, que de un tiempo acá me hacen preguntar si se han ido, si en realidad se han ido. En temporadas como ésta, que cada centímetro en el espacio se encarga de hacer saber al mundo, que es momento de volverlos a la mente, el viento frío que en sus primeras apariciones ya hay quienes lo relacionan con aquellos que han muerto, los colores las comidas y como si esto resultará poco, hay que adornar hasta la conciencia, para no parecer ¿desagradecido, malo amargado? no sé, debo decir que a pesar de todo lo que me hace pensar estas fechas, coincido con aquel que dice que la fiesta es bella porque hay mucha comida, yo lo aprecio, pero también me encanta ese color naranja y morado que abunda por las tierras, me es muy grato ver desde el jarrito con agua, el que tiene las flores y las velas encendidas en la puerta de casi todas las casas.
Me emboban los arcos llenos de flores entre naranja y amarillas y contrario a lo que se dice que se cree, yo creo que ¿ya para qué si no lo pueden disfrutar como los vivos?
Desde la muerte de mi padre, mi opinión sobre estas fiestas cambio drásticamente, fue la primera muerte de una persona que me dolió en el alma, aunque, antes había experimentado ya otras pérdidas de personas muy cercanas, tal vez más que él, a partir de ahí no he podido volver a ver esto como una fiesta, como una tradición, de hecho odio ver calaveras por todos lados, no encuentro el sentido de belleza en ello.
Me he encargado de ver la muerte como lo que es, una parte de la existencia humana, de la vida que no acepto con tranquilidad, donde hay dolor, pero también amor y agradecimiento, en la que me niego esa idea de que vuelvan, los muertos ya no están y su lugar ya no es en esta vida, nada tienen que hacer aquí.
Que que si los recuerdo? ¡Claro que los recuerdo! Pero lo hago con la realidad con la que viví su existencia, sí, con amor, sin resentimientos, pero sin cambiar historias y a pesar de su vida, deseo que si están en otra, estén bien y si no, que hayan disfrutado de ésta.
Mientras tanto, yo disfruto de eso que llena mi vida, el color, el olor y los sabores de esta fiesta de muertos para los vivos.
Se fueron, pero los pienso, los recuerdo, y aveces le extraño.
Dicen que cuando es así, no se han ido, yo digo que sí.