De niña solía tirarme sobre el asiento trasero del automóvil para poder mirar el cielo, era todo un deleite ver pasar las líneas de electricidad, nubes, aves, mariposas sobre ese pabellón azul en ocasiones ma chineado por nubes blancas.
podía pasar mucho tiempo mirándolo, me daba esa sensación que hoy sé se llama paz interior.
Dicen que su color azul puede relajarnos de las constantes excitaciones de la vida, ¡Qué sabio fue Dios al crearlo así!
si miras el cielo en un momento de agitación te calma, es un excelente sedante, te invito a comprobarlo.
lo más sublime que me hace sentir y pensar es en cómo Dios a pesar de todo nos tiene un sitio llamado cielo. Lugar inimaginable, se dice que ninguna mente en puede siquiera llegar a comprender la magnitud de ese maravilloso lugar.
Yo deseo estar ahí, es uno de mis anhelos más caros.
Lo pienso mucho a lo largo del día, de los días, de mi vida. Imaginar que ahí ya no habrá muerte, ni dolor ni llanto lo hace un lugar en el que quizá me atrevo a pensar que todos querríamos estar.