En cada lugar donde he vivido he encontrado cosas agradables que lo vuelven habitable, agradable e incluso entrañable. Sin embargo, el lugar donde uno crece, a pesar de no ser lo que a uno más agrade, establece nuestras referencias mentales y
emocionales con respecto a los lugares.
De un lugar aprecio la sensación de libertad. Sea porque uno se vuelve anónimo entre la multitud y las posibilidades de transporte te ofrecen el atravesar una mega ciudad en un par de horas e ir a donde desees; sea porque está ubicado en una meseta a 1820 msnm y todo el horizonte a la redonda es cielo y nubes, como en Querétaro, donde el constante viento parece llevarse las amenazas de mal tiempo; o sea porque uno puede atravesar pueblo y sembradíos sin bardas ni impedimentos e ir de visita por todo el valle y los cerros circundantes, como en el Valle del Mezquital.
También aprecio la vegetación. Estoy acostumbrada a aquella tan llena de espinas que no puedes tocar, solo apreciar con la mirada. Es lo que más me gusta de Catemaco, vegetación variada y sin espinas, hojas de diversos colores formas y tamaños, animales varios, pero me siento agobiada por la fronda espesa que no permite ver más allá y esconde detrás de su cortina puntillista de verdes diversos el azul del cielo, el blanco de las nubes, el cerro a lo lejos, el pueblo alrededor de la laguna hacia abajo… Entre construcciones y árboles es como vivir en cualquier colonia, encerrada entre los límites del barrio.
El clima, lo prefiero frío. Permite baños de sol placenteros. El extremo calor húmedo de Catemaco derrite mi voluntad, mis energías y me vuelve aun más nocturna, solitaria y desapegada del contacto físico.
Prefiero extremos luminosos y obscuros. Bajo la espesa fronda siempre está uno a media luz y, paradójicamente, por las noches la luz citadina impide ver el cielo. En cambio, en Querétaro la amplitud de vista permite ver ambos lienzos, hacia el centro, la ciudad con su miríada de lucecitas centelleantes, hacia el cerro, el vasto cielo donde penden vacilantes las estrellas más grandes.