A veces me procuro. Pero la mayoría del tiempo, me dejo para después y es una situación que se convierte en ¨dejarme para el final ¨para cuando haya tiempo¨ ¨cuando tenga dinero¨ para invertir en mi salud, en ropa o algún otro bien que sea exclusivo para mi bienestar. Tiendo a congelar mis necesidades para cubrir las de mi familia, porque lo considero más importante.
Actualmente, en un punto rescatable:
Me detengo a escuchar la voz de mis emociones. Estoy aprendiendo a conocerlas, las dejo emanar y acepto las mareas que me azotan día tras día. Las acepto como la oscuridad que forma parte de mi. Incluso si el caos en mi mente se reduce a un solo silencio. Cada vez más me importa el ruido que hay en mi interior. Reconozco que no es fácil manejar mis emociones, pero me es importante subrayar que escucharme continuamente me ha ayudado a reconocer los detonantes en los que pierdo el control. Me sigo enganchando ciegamente en la ira pero me ocupo en entender lo que estoy sintiendo. Para sanar y vencer las heridas del pasado que me formó.
Comer relativamente saludable es una disciplina que estoy implementando. He sido consciente de lo importante que es para mi nutrirme de buena comida. No siempre lo logro y a veces es muy complicado.
Evito satanizar los pensamientos negativos. Me detengo a observarlos de frente, los cuestiono en un afán por descifrar la razón de que sigan atormentandome. Con ello logro desarmarlos, evidenciar su irracionalidad. Y entonces dejan de quejarse, pierden sentido, pero a veces simplemente dejo que hagan burlas en mi pensamiento cuando solo quiero deshacerme de la frenética hiperactividad que me obsesiona.
Vomitar en el papel todo aquello que a veces no puedo expresar con palabras es el mejor lenguaje que tengo de amor propio. Afortunadamente la escritura me ha salvado de reducir mi integridad mental a cenizas y continua salvándome en las atmósferas más grises. Le debo el sentido de vivir. Le rezo en páginas interminables al abandonar en ellas todos los monstruos que me persiguen. Logra diluirlos y me potencializa a embellecer los pasajes de mi historia,con la fortaleza de seguir aprendiendo a situarme en tiempo presente, y tomar tanto aire como sea necesario, para empezar de cero por milésima vez.