Mi abuela de parte de mi padre de crianza fue la que más influyó en mi vida por eso la escribo en primer orden.
Susana vivió hasta los 96 años, hace un año y medio partió.
Ella me crió, me quedé a su cargo tras la separación de mis padres, tenía yo 7 años.
Me chapó a la antigua, metió muchas de las ideas que hoy tengo incrustadas en mi mente, tal como las uñas se entierran, algunas de estas ideas crearon pus, se infectaron y carcomieron por dentro.
Me decía que yo era igual que mi madre, que la mataría de un coraje, que era grosera y contestona, que los hombres son como los perros, que siempre debía destacar, que no es bueno confiar en nadie y cosas así por el estilo.
Claro que también me inculcó valores como la honestidad, el respeto, la perseverancia, la constancia y cosas que adornaban a las mujeres de su época, como tejer, deshilar, tocar el piano, tener modales y gustos refinados y más cosas de la falacia del estrato social al que siempre creyó pertenecer. Trató de enseñarme lo bueno, pero en mi rebeldía aprendí poco de cada cosa.
Para ella la mujer se debía quedar en casa cuidando de los suyos, aunque previamente debía prepararse académicamente para poder defenderse .
Seguí en esto al pie de la letra sus indicaciones y he tenido una buena vida, con la bendición de un buen esposo e hijas, con Dios en nuestras vidas ya todo lo demás ha sido un plus.
Me dejó una buena educación, pero muchos traumas de los que aún me encuentro desenmarañando la telaraña para poder por fin liberarme de ellos.
Le agradezco haberme aceptado dos veces y quererme a su modo, no estuve cuando se fue y aún no he llorado ese duelo, pero un buen día de estos lo haré pues lo necesito.
Mi abuela Virginia madre de mi padre biológico a la que no tuve el gusto o quizá mejor dicho disgusto de conocer.
Lo que sé de ella me lo han contado. Era una mujer sumisa, delgada, demacrada, el claro ejemplo de violencia. Muy enfermiza, caritativa con los animales.
¡Qué pesar me da su vida! Me la imagino siempre sufriendo, olvidando sonreír, esperando siempre lo peor, pues en su casa solo se conocía la violencia, la miseria, el sufrimiento, que por supuesto sus hijos e hijas replicaron, convirtiéndose en violentadores, adictos, promiscuos, que en la actualidad siguen en constante pleito.
Por ultimo mi abuela Viviana, mi abuela materna de la que heredé el nombre y obviamente mis genes, el hecho de que desde que ella gestaba a mi madre el óvulo que me formaría ya se encontraba ahí, dentro de ella también.
Ella es la cara opuesta de la moneda, la oveja negra, la guerrillera.
Solía golpear muy bruscamente a sus hijos y a algunos de sus nietos, a mí ya no me tocó.
De ella heredé lo aventurera, el sazón, el gusto por la cocina, la administración financiera del hogar como la parte positiva. Ya del lado negativo mi madre y yo le heredamos la traición, el engaño. Hoy me doy cuenta y me ocupo en afirmar solo lo positivo de cada una de ellas para dejar atrás la parte obscura, esa que duele al recordar.