Me interesa reconciliarme con mi cuerpo. Sé que él debe acordarse de aquellas charlas que tuvimos hace un año. Fuí un tanto hipócrita, me dispuse a hablarle un día en que sentía que no me estaba ayudando. Necesitaba energía, rapidez, concentración, el bienestar general que toda mujer de mi edad tiene o cree que debe tener. Olvidarme de lo importante para lograrlo no estaba en mi pensamiento, no lo consideré, pero decidí disculparme, sabía que si era sincera, él me entendería y mi malestar físico disminuiría. Mis palabras lograron conmoverlo. Él dejó de agobiarme en ese momento. Le agradecí y días más tarde olvidé mi promesa de cuidarme y alimentarme mejor. Y volví a comenzar de nuevo. Me parece que lo importante es recomenzar, insistir, lograrlo, permanecer en la línea del amor propio, de procurarse, aceptarse.
En otros ríos de tristeza, espero la reconciliación con dos de mis hermanos. Aunque aparentemente ya no haya discusiones, desacuerdos o malos entendidos debido a la distancia en que cada uno nos hemos situado, no deja de sentirse la nostalgia por volver a verlos, juntarnos en casa de mis padres un domingo cualquiera. Tampoco ha desaparecido la incomodidad de nuestros silencios, aún hay dolores, resentimientos, pero “espero, sin esperar” a que volvamos a reunirnos. Si he de disculparme de nuevo, lo haría con tal de escribir una página nueva en la historia de mi familia. En lo que no estoy de acuerdo es en cargar con culpas ajenas. Pero me hago cargo de mis faltas.
La imagen en el espejo me sugiere también verla como lo que soy actualmente. Abrazar con amor y amabilidad mi reflejo es un tema del que he rehuido. Me cuesta bastante aceptar que ya no luzco como a los 20 . Se esfumó la frescura de aquellos años, sufrí accidentes físicos, espirituales y mentales, cuando todo parecía estar en orden, en un aparente control con el que concebía sobrevivir con todo y los pesares de mi vida. Estaba equivocada. Cuando levanté la cara para tomar un poco de aire lo que enfrente me desilusionó. Sin pensarlo rechace mi nueva apariencia, mis cicatrices, mis pensamientos confusos. Dejé de sentirme hermosa, ya no me preocupaba por arreglarme, poner en orden mis creencias religiosas y mi desorden mental del que no era consciente se fue convirtiendo en una bomba de tiempo que me llevó a los lugares más oscuros. Ha explotado varias veces. Entiendo, en parte, por no saber poner límites, por olvidar que yo soy lo más importante, por permanecer en lugares donde no me siento en paz o con la libertad de ser.Necesito reconciliarme con la vida. Entender que nunca ha estado en mi contra, que si me he sentido perseguida, sola, atacada, no era ella poniendome obstáculos ni orillandome al sufrimiento continuo, era mi ser acoplándose a las penumbras, resistiendo tempestades que ahora me parecen lejanas y absurdas, pero que en su momento me crearon montañas de incertidumbre, miedo, dolor, injusticia. No deseo mas ser víctima. Ya no. Ya ha sido demasiado.
Y también reconciliarme con el amor. El amor que no sufre dependencia, que no culpa. El amor que no tiene miedo de amar en la soledad o en la tormenta, comprende y no juzga. El amor que se alimenta todos los días con gotitas de ternura, detalles, alegría, calor y besos. El amor en el que hay confianza, verdad, transparencia absoluta. Un amor que no sea invadido por pensamientos ajenos. Que tenga una coraza contra las voces que se escuchan alrededor.