El alma musical la traía de familia, el sueño frustrado en su propia vida lo iba transmitiendo de generación en generación. Su hija llegó a “las grandes ligas” tocando el piano en auditorios, más tarde continúo con sus nietas, especialmente para una de ellas resultaba un gran calvario que le provocaba llanto y dolor; fué uno de los motivos que la orilló a irse, a probar otra vida, aún no tenía ni veinte años.
Hoy ella no toca al son que la abuela le imponía, hoy toca extraordinarias notas de autorrealización, de libertad.
Hoy sus acordes lo componen pequeños logros que día a día forman parte del concierto de su vida.
Sión
Hoy ella no toca al son que la abuela le imponía, hoy toca extraordinarias notas de autorrealización, de libertad.
Hoy sus acordes lo componen pequeños logros que día a día forman parte del concierto de su vida.
Sión
