A los 11 años llegué a cursar la secundaria, algo me decía que no debía estar en la de mi pueblo, pero era la uníca opción después de rechazar la de CDMX, en ese tiempo Distrito Federal.
Quiero pensar que mi adolescencia inició ahí, apesar de ser más chica que mis compañeros, pues fue justo ahí donde conocí el rechazo masivo y la violencia femenina que nos habian enseñado desde niñas, a ejercer y a vivir, sin embargo pienso, que desde ese tiempo, mi personalidad estaba definida para no aceptar esas ideas de competencias con otras mujeres y mi caminar por esa etapa fue ignorar lo que a las otras divertía. Como es lógico, mi entorno inmediato se redujo a un mundo masculino, donde me sentí protegida y consentida.
Mi desallorro, fue protestar por todo de manera interna y terminar por hacer lo que los adultos ordenaban, dentro de mi había un mundo lleno de enojo y de incredulidad ¿Cómo era posible que los adultos fueran tan absurdos imponiendo sus reglas tan fuera de lugar, solo por sentir que alguien estaba bajo sus ordenes aunque no tuvieran la razón? ¿Cómo era posible que no quisieran conocer mis razones y aun siendo tan desdichados, se empeñaban en que debía hacer lo que ellos querían y como querían, aun sabiendo que no les había funcionado?
En fin, otra parte muy frustrante fue la parte de mi desallorro físico, lo recuerdo con tanto desagrado, pues además de lo incómodo que era para mi, el dolor de los senos, del vientre y la cadera, hay que sumarle todas las estupideces sociales a las que me enfrentaba, que no te vayas a manchar, que no se den cuenta de que estás en tus días (que pinche frase tan pendeja) como si yo quisiera estar así, como si yo lo hubiera pedido! . Y entonces a vestirse con playeras largas y flojas para disimular que los senos habían crecido y no soportar las miradas del mundo, lo peor era tener que soportar aparentando que todo estaba bien y dar respuesta a preguntas tontas de adultas más tontas, que lejos de hacerme sentir confianza me avergonzaban, porque todo se hablaba en un volumen bajito para nadie escuchara y no se dieran cuenta de que estaba creciendo, y así había que contestar y con un si a la pregunta ¿ya eres señorita? Ahora entiendo que su ignorancia y educación no daban para más. Pero lo que si creo que no podré disculpar nunca, son las ideas y acciones que taladraban y ejercían en otras niñas al comparnos todo el tiempo, , pues hasta la fecha esa niñas, no han dado muestra de querer y poder compartir con otras mujeres y menos conmigo.
Mi vivir en esa época, fue nada agradable, pues en mi pesaba mucho esa experiencia de tener que haber salido de la escolta porque había llegado una niña de piel blanca, alta y de ojos verdes, para variar fui defendía por el sector docente masculino, que no pudo hacer nada pues la directora lo había decido ya.
En mi mente empezó a crecer la idea de que yo no era lo suficientemente buena para nada y para nadie, y con el paso de tiempo me inicié en una vida solitaria que al principio pesaba mucho, y las pocas personas que estaban cerca de mi, se encargaron de hacerme sentir peor, pues según su impresión yo era desagradable, payasa, floja, burra, chaparra y fea. Y ahora entiendo que de lo que más adolescí fue de respeto y apoyo.
Pero no fue del todo malo, pues al observarme encontraba senos redondos y bonitos, piernas torneadas, caderas amplias y cintura diminuta, a mi me gustaba, pero me avergonzaba mostrarlo, sin embargo poco a poco encontraré la forma de ser sugestiva y hacía que dentro de mi discreción todo el mundo volteara a verme y se detuviera hasta perderme de vista, debo confesar que esa parte de mi, la disfrutaba
Mucho.
Y también disfrutaba enormemente hacer saber y exhibir los errores de los demás, fue ahí donde hoy aprecio que la parte rebelde de mi personalidad surgió.
Debo decir que no recuerdo haber sentido cambios de humor pero si cambios en el pensamiento. Y hoy creo que si volviera a esa época, sí haría muchas cosas más que me hicieran sentir bien y extrasiada.