Desde que cayó en mis manos “Como agua para chocolate “ lo bebí cual taza de bebida embriagante.
Tanto que en una ocasión que tuvimos la oportunidad de ganar un concurso de logotipo con el dinero que nos repartimos compré la película para completar el extasis.
Poco a poco fui leyendo todos su títulos que me han atrapado más y más.
El primer libro lo compré usado y al enterarme que había una edición limitada repartida en el número de sus capítulos , de 12 cuadernillos coquetamente acomodados en una cajita rodeada de un listón y de las cuales sólo existen 1000 ejemplares y ahora tengo la fortuna de poseer el número 678 autografiado por la autora.
Le he sacado mucho jugo y fue mi inspiración para la primera antología que publiqué: Introspecciones mentes diferentes.
Muchas de sus recetas he preparado, para los males el caldito de colista de res con el que tira recuperó el habla. Cenas románticas de las afrodisíacas codornices en pétalos de rosas.
Amo la complicidad y pasión que envuelven a la novela y a su trilogía que para mi gusto no ha podido superar al primero, pero que si se te despejan las dudas que quedan en el aire al terminar de leer, ya que tiendes a interpretar injustamente muchas de las actuaciones.
Disfruto seguir escribiendo de la alquimia de ingredientes y pasiones que puede encerrar una cocina que pareciera tener sólo la función de alimentar el cuerpo, pero que si se lo permitimos nos alimenta el ser, el alma.