El mejor paisaje es donde se siente el amor y tal vez eso hace que los colores salgan a la vista, y que sus combinaciones agraden tanto.
Un espacio amplio y de mucha altura, rodeado de grueso cilindros entrelazados armónicamente, de los que se apreciaba destellos sorprendentes, por su color brillante al contacto con la luz del sol que calentaba de una manera agrable y hacia gran contraste con el viento que también permitía sentir su frescura.
Allá, a lo lejos se aprecia una gran parte de verde oscuro que se logra con las espesas copas de los arboles de gran tamaño, esos árboles viejos de gruesos troncos que por el paso del tiempo se han vuelto ennegrecidos y se han hecho tan fuertes que sus ramas se prolongan tanto y su majestuosidad no puede pasar desapercibida. Sobre ellos unas líneas de colores que abrazan con su calidez, y entre rojos, naranjas, amarillos, rosas y morado me he quedado encantada observando como el sol se oculta lentamente. Y en cada instante las diferente tonalidades de su luz dejan un resplandor especial en mis ojos. Y si mientras cada segundo pasa, escucho con una voz suave y cercana, ese árbol es el más grande de todo este campo, algún día iremos para que veas su grandeza.
Un espejo diminuto por la distancia lanza un reflejo que manifiesta los últimos rayos de sol, y…
El viento deja su aliento frío que al percibirlo ha e rizado mi piel, y ante la grandeza y hermosura de eso que llaman el ocaso, mis ojos desprenden emoción que mojan cada partr de mi tez.
Atardecer inolvidable, con tu compañía, tu voz, tus atenciones y tus brazos.