Movimiento

Movimiento. Sus matices cambiantes, me invitan cada momento a apreciarlo, a muy tempranas horas su limpieza y nitidez son verdaderamente deleitantes, conforme van pasando los minutos la claridad permite que a la par mi pensamiento vaya ordenando ideas de qué, cómo, por qué Y cuándo. Las horas de luz intensa, me hacen consciente de lo agotador que puede llegar a ser la vida y mi existir, sin embargo el color que mis ojos ven cuando esa luz ha cambiado de sitio, es tan bella que hace aparecer sueños y sonrisas nuevas, todo lo que ha pasado puedo verlo mucho más simple y placentero. Llega ese momento donde esa luz intensa deja de apreciarse, pero hay pequeños puntillos que inspiran y se muestran románticos acompañados por la cambiante forma e iluminación de ese espacio que su belleza puede transformar lo más inquieto en paz y en tranquilidad. Sí ver el cielo me permite a pesar de su quietud y aparente estática, entender que el movimiento jamás podrá desaparecer, que el cambio es lo único constante y yo también cambio con él. Me encanta descubrir formas en las nubes, ver el caos en la tormenta que se aproxima y sentir el temor de verme amenazada por ella. No puedo dejar de admirar ese arcoiris que me invita a buscar la olla de oro entre esos diferentes tonos de azul… Mirar el cielo me hace sentir viva o regresar a la vida. El brillo de la luna no lo cambio por nada, me hace viajar, vibrar y asimilarme como lo que soy una diminuta parte de algo tan inmenso, pero, al mismo tiempo tan grande, como para poder percibir la magnitud de mi mundo.