Siento un poco de frío. No lo sé, no estoy segura de esto.
-No tienes de que preocuparte. Estoy aquí y mientras no te quites la cuerda que hemos amarrado a tu cintura, el regreso será seguro y fácil.
Ok, entonces debo caminar en línea recta, sin hablar con nadie y no me debo detener ni un instante, ¿correcto?
-Así es. Cuando sea el momento de regresar te avisaré. Bien, allá vamos.
Me siento nerviosa. Verifico el nudo de la cuerda, parece fuerte. Tranquila. Solo caminar, no suena complicado. ¡Estoy lista!
-Camina, ¿ves la puerta?
Oigo el crujir de una puerta pesada.
– Se abrirá en 5… 4… 3… 2… entra.
La veo, es de madera y se abre. He entrado y camino lo más rápido que puedo.
-No te detengas.
Si, lo sé. Estoy llegando a un bosque, hay mucha neblina.
-Sigue en línea recta.

Oigo algo, sigo caminando. Veo una casa. Es pequeña y en el patio hay una mujer de unos 35 años. Está tendiendo ropa y en el patio hay cinco niñas, calculo que tendrán entre 9 y 18 años.
-Sigue adelante, ya no las mires.
He llegado a un campo de siembra. Hace más frío aquí. Veo una mujer de unos 40 años. Está en medio del campo fumando. Un hombre se acerca y le da dinero, un costal lleno de algo y una botella de alcohol.
-Muy bien, sigue.
Ahora el suelo es árido. Veo una capilla en medio de la nada. No hay alguien.
-Sigue, quizá esté adelante.
La veo, es una chica de unos 14 o 15 años. Barre el piso de tierra. Me ha visto y me saluda.
-No le hables- Es momento de regresar. Agarra la cuerda con las dos manos y cierra los ojos. No los abras hasta que lleguemos al 2, ok. 5… 4… 3… 2. Ábrelos suavemente.
Caray, me siento un poco desilusionada, sabes.
-¿Por qué?
No sé, quería ser Cleopatra.