Solos nacemos y solos nos iremos, sin embargo cuando pega,pega y duro y lo digo porque tiene varias facetas, que solemos encasillar en buenas o malas.
Buenas: ayuda a la reflexión, ese paraíso al que no acostumbro mucho ir, a pesar de saber sus amplios beneficios. Meditar en soledad es lo ideal, pero siempre tengo una excusa con mi propia consciencia para saltarme ese paso.
En ella encontramos la oportunidad de aburrirnos y a su vez puede dar a luz grandes ideas o soluciones, qué de otra manera no se nos habrían ocurrido. Definitivamente es la mano derecha de la creatividad.
Más vale sólo, que mal acompañado reza el dicho popular. Un hombre solo está mal acompañado, nunca está uno tan acompañado como cuando está solo. El hombre más fuerte es el que resiste la soledad y muchos más refranes y citas que al respecto se pueden decir, pero hay uno en especial que lleva tiempo haciendo eco en mi cabeza:
No es bueno que el hombre esté solo…
Hay un sin fin de versículos que apoyan el hecho de vivir en comunidad o parejas, denotando los estragos que esto causa a la salud física y mental, lo leí en el libro de la psiquiatra Marian Rojas
Desde la perspectiva negativa menciona que estar solo, el no sentirte querido o sentirte rechazado duele de la misma manera que el cerebro detecta el dolor físico. Se nos activa el modo supervivencia, estando alerta liberando cortisol, comparado a padecer diabetes, no hacer ejercicio o consumir alcohol y tabaco, pero aún hay algo peor. Puede tener relación causal con la demencia…
No voy a negar que en los últimos días he padecido hambre de compañía, desde que mis hijas se fueron a estudiar a otras ciudades, me ha traído a la memoria cuando recién me casé en que pasaba mañanas y tardes completas a la espera de mi esposo en una enorme casa estilo gringo, con sótano, ático y un gran jardín boscoso con esculturas de los siete enanos, sé que suena a cuento, pero es tan real que sin darme cuenta viví el primer episodio depresivo en mi vida, la pasaba llorando en la terraza hasta que él llegaba, así durante un mes que rentamos esa casa. Recordar es volver a vivir y aún lo vivo y me duele.
Afortunadamente no soy la misma de antes, crecí en varios aspectos.
Hoy aunque a veces no lo desee me doy el tiempo para ejercitarme, leo y escribo mucho, salgo con mis amigas un par de veces por mes.Tomo terapia, todo eso despresuriza aquello que en ocasiones amenaza con explotar.
Me siento muy agradecida con Dios y con la vida por encontrar este pequeño pero acogedor grupo pues como dice Marian en su libro: pocas situaciones alivian más que estar cerca de personas que conectan contigo y no te juzgan, son personas vitamina.