Ese fragmento de mi vida en el que me pareció entrar en una especie de caleidoscopio emocional.
Pasé de niña a mujer.
Aprendí a trabajar .
Me dieron mi primer beso.
Conocí de lejos a mi padre biológico.
Desee con más anhelo que nunca morir.
Entré en la aducción de cigarro y alcohol.
Camine bajo la lluvia sin reclamos.
Comenzó mi atracción por la funga.
Para cerrar con broche de oro en la adolescencia tardía me casé con el que ahora es mi esposo.
Mi ser estaba en completa revolución. Emitía un grito desgarrador por disolverse y esfumarse tal como llegó, lo cual no era absolutamente posible, mal que hasta hace unos aun padecía.
Miro atrás, contemplo, medito tratando de analizar mis acciones, palabras, la contradictoria manera en la que decía una cosa y hacía otra.
Acababan de ultimar a Selena y su música sonaba fuerte. No me quitó su exquisita imagen mortuoria en la que parecía sólo estar dormida. Así quiero quedar yo, me decía y me digo aunque suene maquiavélico.
Cómo me hubiera gustado pertenecer a las filas del comandante Marcos que en esos tiempos lideraba.
Ahora que lo pienso es la misma alma guerrillera de mi abuela materna solo que mi abuela paterna se encargó de podarme las alas y tener que enterrar la partidaria que recién quería emerger del capullo cuál mariposa al viento.
La rebeldía realmente corría por mis venas, la música que en realidad escuchaba lo confirmaba. Me gustaba ir en contra
Si las chicas de esa edad coleccionaban maquillaje y perfumes yo lo hacía con arañas, cuetes, vidrios y navajas.
Nunca fui ni seré convencional, simplemente hay algo en mí que no termina de encajar con la gente común.
Parecía no haber servido de nada la militarizada educación que tuve en mi niñez.
Hoy puedo decir que me enseñó a ser ordenada, a leer y escribir adecuadamente con menos errores ortográficos, sin embargo hoy no la elegiría ni para mí ni para mis hijas.
Algo que si me gustaría repetir es la sensación de ese primer beso, que la lluvia me empape y nada me importe, ser rica en tiempo, embeleñándome en lo que me atraiga sin que nada ni nadie lo impida.
Me alegra saber que todo, si quiero, lo puedo llevar a cabo.
Pasé de niña a mujer.
Aprendí a trabajar .
Me dieron mi primer beso.
Conocí de lejos a mi padre biológico.
Desee con más anhelo que nunca morir.
Entré en la aducción de cigarro y alcohol.
Camine bajo la lluvia sin reclamos.
Comenzó mi atracción por la funga.
Para cerrar con broche de oro en la adolescencia tardía me casé con el que ahora es mi esposo.
Mi ser estaba en completa revolución. Emitía un grito desgarrador por disolverse y esfumarse tal como llegó, lo cual no era absolutamente posible, mal que hasta hace unos aun padecía.
Miro atrás, contemplo, medito tratando de analizar mis acciones, palabras, la contradictoria manera en la que decía una cosa y hacía otra.
Acababan de ultimar a Selena y su música sonaba fuerte. No me quitó su exquisita imagen mortuoria en la que parecía sólo estar dormida. Así quiero quedar yo, me decía y me digo aunque suene maquiavélico.
Cómo me hubiera gustado pertenecer a las filas del comandante Marcos que en esos tiempos lideraba.
Ahora que lo pienso es la misma alma guerrillera de mi abuela materna solo que mi abuela paterna se encargó de podarme las alas y tener que enterrar la partidaria que recién quería emerger del capullo cuál mariposa al viento.
La rebeldía realmente corría por mis venas, la música que en realidad escuchaba lo confirmaba. Me gustaba ir en contra
Si las chicas de esa edad coleccionaban maquillaje y perfumes yo lo hacía con arañas, cuetes, vidrios y navajas.
Nunca fui ni seré convencional, simplemente hay algo en mí que no termina de encajar con la gente común.
Parecía no haber servido de nada la militarizada educación que tuve en mi niñez.
Hoy puedo decir que me enseñó a ser ordenada, a leer y escribir adecuadamente con menos errores ortográficos, sin embargo hoy no la elegiría ni para mí ni para mis hijas.
Algo que si me gustaría repetir es la sensación de ese primer beso, que la lluvia me empape y nada me importe, ser rica en tiempo, embeleñándome en lo que me atraiga sin que nada ni nadie lo impida.
Me alegra saber que todo, si quiero, lo puedo llevar a cabo.
