“Tanto va el cantaro al agua…” Decía mi abuela.
En uno de los encuentros que a escondidas tenía con él quedó embarazada. Sabía que iba a pasar, ¡Pero no tan pronto! ¡No de esa manera! Tenía miedo, pasó hambre, frío, desprecios. Finalmente el sol salió en esa tormenta. Llegó un buen hombre a su vida que no la dejó enfrentar sola su oprobio, se casó con ella y adoptó a la niña queriéndola cómo suya, uno de los pocos finales felices.
Sión