Una petición que por años le hice a Dios, añorándola nuevamente en mi vida
Su pelo encanecido, su rostro que no reflejaba su verdadera edad, esos ojazos que le heredé, la sabiduría acumulada por los años, sus virtudes y defectos.
Él me respondió el día que comencé a desarrollar su don, la toqué otra vez, en cada ingrediente, en cada sazón y guisado. Sobre todo su espíritu de lucha vive en mí, me toco y puedo sentirla, aquí, junto a mí, como antes…
Sión