Las que más me sorprenden son las silvestres, las más diminutas, de pétalos casi imperceptibles, eso lo heredé de mi mamá; ella se detiene a contemplar la belleza de las que a su paso encuentra y las olfatea, dice que todas desprenden un aroma, en su mayoría muy sutil.
Son de belleza sublime, comparada con la de las mujeres, quizá por su delicadeza, fragancia y variedad.
Me agrada recibir flores, tener mi comedor por lo menos un florero, alegran y dan un toque de vida a mi hogar, son una especie de felizoterapia, susurran lo bella que es la vida que hay un mejor mañana siempre.
Me fascinan las de aroma penetrante como gardenias, jazmines, floripondios, etc
Se les usa en diversos momentos especiales de la vida, como: bautizos, pedidas de mano, cumpleaños aniversarios, graduaciones, fungen como mediadoras en reconciliaciones, para quitar el sentimiento de culpa que en los duelos suelen surgir; ojalá que al morir sea en temporada de gardenias, para que me despidan fragantemente.