Querida Vale,
Todas hemos crecido rodeadas de mensajes contradictorios sobre la belleza y la sexualidad. Especialmente las mujeres enfrentamos una paradoja: se nos anima a admirar, emular y compararnos con otras mujeres a través de revistas, redes sociales y publicidad, pero cuando esa admiración es genuina, aparecen las dudas y los cuestionamientos sobre nuestra orientación sexual.
En la universidad hice prácticas en un teatro. Eso me puso en contacto con mujeres que desplegaban una feminidad que yo apenas comenzaba a explorar. Mujeres seguras, hermosas, que conocían el poder de su presencia. Mientras las observaba prepararse—aplicar maquillaje con precisión artística, elegir atuendos que realzaban sus figuras—sentía una mezcla de admiración y fascinación.
Para una joven que apenas había explorado el uso del labial, el mundo de la feminidad elaborada resultaba hipnótico. Cada mujer representaba una versión diferente de lo que significaba habitar un cuerpo femenino con confianza: algunas elegantes y sofisticadas, otras desenfadadas y atrevidas, todas únicas en su expresión.
Fue inevitable preguntarme: “¿Esta admiración significa algo más? ¿Por qué me resulta tan fascinante observarlas?” Nuestra sociedad tiene la tendencia a sexualizar cualquier forma de admiración entre personas del mismo género, especialmente entre mujeres. Cuando expresamos que otra mujer nos parece hermosa, inmediatamente surgen insinuaciones sobre nuestra sexualidad.
Esta confusión entre admirar y desear es producto de una cultura que ha hipersexualizado las relaciones femeninas y nos ha enseñado que la belleza sólo se observa desde el deseo. Pero existe una gran diferencia entre reconocer la belleza y sentir atracción sexual.
Reconocer sin etiquetar
Con el tiempo pude distinguir claramente entre:
- Admiración estética: Reconocer la belleza de otra mujer de la misma manera que apreciamos una obra de arte o un paisaje.
- Inspiración: Ver en otras mujeres cualidades que quisiéramos emular o desarrollar.
- Atracción romántica o sexual: Sentir el deseo de intimidad física o emocional.
Aprendí que podía quedarme maravillada ante la forma en que una actriz o bailarina se maquillaba los ojos, o admirar la confianza con la que otra llevaba su cuerpo, sin que tal admiración definiera mi orientación sexual.
En nuestra sociedad existe una presión constante por definir y etiquetar cada experiencia, cada sentimiento. Esta urgencia por categorizarnos a nosotras mismas (¿soy heterosexual? ¿bisexual? ¿lesbiana?) puede crear ansiedad innecesaria y confusión.
La sexualidad humana es un espectro complejo, y la manera en que apreciamos la belleza es igualmente multifacética. Podemos sentir admiración profunda, incluso fascinación, por personas de nuestro mismo género sin que eso determine nuestra orientación sexual.
Celebrar la belleza sin prejuicios
¿Qué pasaría si nos permitiéramos admirar abiertamente la belleza femenina sin cuestionarnos inmediatamente lo que eso significa sobre nuestra sexualidad? ¿Si pudiéramos decir sinceramente “esa mujer es hermosa” sin que eso implicara nada más que la simple apreciación de lo bello?
Mi experiencia me enseñó que es posible. Que puedo reconocer la belleza de las mujeres que me rodean, inspirarme en ellas, aprender de su feminidad y sentirme cómoda en mi propia piel y con mi propia orientación sexual.
La verdadera liberación llega cuando dejamos de lado las etiquetas y los cuestionamientos, cuando nos permitimos sentir admiración sin auto-análisis constante. Cuando comprendemos que la belleza existe para ser apreciada, independientemente de quién la observe.
No necesitamos justificar por qué nos parece hermosa otra mujer. No necesitamos cuestionar nuestra identidad cada vez que sentimos admiración. Podemos simplemente celebrar la diversidad de la belleza femenina que existe en el mundo, reconociendo que esta celebración nos enriquece a todas.
La próxima vez que te encuentres admirando a otra mujer y surjan las dudas, recuerda: la capacidad de reconocer la belleza es un don universal, no una definición de tu sexualidad. Eres una adolescente, es normal sentir confusión. Deja que el tiempo y la biología hagan lo suyo y mientras, admira la belleza en todas sus formas sin etiquetarte.
Con Cariño, tu tía.